viernes, 30 de julio de 2010

Sacar los pies del plato, la estrategia del peronismo disidente

Por Jorge Muracciole


30-07-2010 /

Con las últimas declaraciones del caudillo puntano Adolfo Rodríguez Saá, senador por San Luis, el variopinto espacio de referentes del peronismo anti K llegan a la conclusión de que resulta imposible ganar una interna en el interior del PJ y que deben sacar los pies del plato para intentar recomponer un espacio de peronismo más afín a los modales y a las políticas de los noventa, cuando la alianza estratégica del menemismo con el neoliberalismo hegemonizaba la escena política en la Argentina.
El crecimiento innegable de la figura del ex presidente Néstor Kirchner en el seno del partido y la recomposición de la imagen gubernamental luego de la crisis del campo y las elecciones de mitad de mandato de junio del 2009, junto a la batería de iniciativas acertadas tanto en materia económica –en su batalla antirrecesiva, en el inestable y turbulento escenario global–, como la profundización de la batalla cultural, en temas históricamente postergados de las minorías ciudadanas, como el matrimonio igualitario que sumó a amplios sectores de la juventud contra el oscurantismo de la jerarquía eclesiástica, son decisiones políticas que dividen aguas entre los caudillos herederos del conservadurismo popular y las políticas progresistas de este gobierno.
A propósito de un nuevo aniversario de la muerte de Eva Duarte, el símbolo histórico más contundente contra el conservadurismo oligárquico y los enemigos enquistados dentro y fuera del movimiento político más importante en la historia argentina, la pléyade de peronistas disidentes a los que convoca en sus declaraciones Adolfo Rodríguez Saá, son aquellos que cohabitaron con el establishment neoliberal en la década de los noventa y que hoy vuelven al ruedo de la mano de Eduardo Duhalde, para retornar a la huella del consenso de Washington, y desandar el camino nacido de la implosión de diciembre de 2001, donde se desmoronó la utopía liberal de un país dependiente a los mandatos de los centros de poder, socialmente inequitativo y económicamente devastado.
Lejos están los años dorados del neoliberalismo-popular, que hizo sentar en la misma mesa al caudillo riojano y al mismísimo Álvaro Alsogaray. Hoy, igual que ayer, esos dirigentes polifuncionales a los verdaderos dueños del poder, intentarán nuevamente con la liturgia y el folklore peronista, restaurar la alianza estratégica del conservadurismo-popular, el catolicismo vernáculo y el neoliberalismo económico. Para tal cometido el líder puntano convocó en su declaración pública, a los dirigentes del peronismo disidente a consensuar una interna –por fuera del Partido Justicialista hegemonizado por el kirchnerismo– para elegir la fórmula presidencial de 2011, coincidiendo con la propuesta de Eduardo Duhalde y Felipe Solá.
El senador pronosticó que si todos, Carlos Reuterman, Juan Carlos Romero, Francisco de Narváez, Jorge Busti, Felipe Solá y Eduardo Duhalde, logran reconstruir el peronismo en todo el país “van a tener una gran elección y van a ser mayoría en las presidenciales de 2011”.
Lo paradójico es que los históricos caudillos que bregaron en la década de los noventa por no romper la unidad, a pesar del notable cambio de rumbo impartido por el caudillo riojano, y de la profundización de medidas contrarias a las bases programáticas del primer peronismo, hoy llaman a reconstruir el llamado peronismo federal, sin definir los ejes centrales de su política tanto en materia económico-social, ni su postura ante los temas esenciales de la unidad latinoamericana, expresada en la Unasur, como resultado de las luchas antioligárquicas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Paraguay y la implosión del modelo neoliberal en Argentina y Brasil, que han podido construir una novedosa y fructífera autonomía en relación con los mandatos del gran país del norte.
Las declaraciones de Rodríguez Saá, si bien apuntan a encontrar fórmulas de entendimiento entre la diáspora dirigencial que se alejó del proceso abierto en mayo de 2003 por el gobierno de Néstor Kirchner y profundizado por la actual Presidenta, lo que no dice, explícitamente, es su voluntad de atraer a sus filas a la corriente neoliberal.
Un elemento clave para recrear la alianza neoliberal-menemista del pasado es la voluntad política de incluir en el espacio de la disidencia peronista a la pata no peronista encarnada por el procesado jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, a pesar de los desencuentros habidos entre la troika de centro-derecha conformada a los apuros, hace no más de un año y medio, con el heredero de la liquidada Casa Tía, el otrora financista-menemista Francisco de Narváez y el peronista itinerante ex menemista, ex duhaldista y por último ex kirchnerista Felipe Solá.
La necesidad electoralista de poder competir con alguna posibilidad ante las fuerzas gubernamentales, y el panradicalismo ampliado por la posible alianza socialista, hace que el articulador del espacio Eduardo Duhalde considere imprescindible que el creador de Pro, superando el complicado escándalo de las escuchas clandestinas, pueda convertirse con la insustituible ayudita de los medios conservadores, en una suerte de principal perseguido por la entente K y fortalecerse electoralmente, si zafara ileso del proceso judicial.
En síntesis, la única manera de lograr su cometido y de sellar la alianza estratégica de los noventa, es conformando por afuera del Partido Justicialista un espacio articulador del conservadurismo-popular expresado por los caudillos peronistas de derecha y el neoliberalismo aggiornado del ingeniero Macri.


*Sociólogo- Docente Fac. de Ccias. Sociales UBA. 3

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