15-03-2010 /
Alejandro Horowicz El nivel de fluidez de la política argentina es sumamente elevado, casi inhabitual. Por eso la estabilidad de los alineamientos es, si se quiere, la cuestión central. La simplona idea de una "oposición perfectamente articulada", capaz de avanzar con cierta homogeneidad sobre las posiciones del gobierno, hasta derrotar a la presidenta del Banco Central y por ende al Ejecutivo, ha sido definitivamente puesta en entredicho.
La incandescente furia de Elisa Carrio tuvo sentido. No se trataba de argumentos, sino de la consistente prepotencia del número, por eso nadie preguntó nada a Mercedes Marcó del Pont en su exposición ante los senadores; ¿no hacía falta discutir sobre la legalidad o ilegalidad de los 4.300 millones de dólares que la funcionaria había puesto a disposición del Ejecutivo para el fondo de desendeudamiento? El poder es mudo, no discute si puede evitarlo, sobre todo cuando la solvencia no esta de su parte. El estilo atribuido al oficialismo – las voces de ordeno y mando, sin mayor consideración por la forma democrática- quedo perfectamente escenificado por el heterogéneo conglomerado opositor. Solo que se trató de una forma vacía: un gesto de poder sin su adecuado correlato político: un gravísimo error de cálculo.
Se puede hablar de un "traspié" sin faltar a la verdad, pero en ese caso se constata una inadecuada comprensión escénica. El más pintado pierde el pie, siempre y cuando esté en situación de recuperarlo; si eso no es así, se trata de una derrota lisa y llana. Más aun, ni siquiera presenciamos cualquier derrota; no fue el oficialismo el que construyó pieza por pieza este escenario, la lógica opositora alcanzó su extremo límite (intentó tumbar a la presidente del Banco Central, y coparticipar el impuesto al cheque, para las provincias un ingreso adicional de 11.000 millones de pesos) y fracasó Por eso no dieron quórum para tratar el pliego de Mercedes Marcó del Pont, para evitar el hundimiento del conglomerado antika. Un debate franco hubiera mostrado ante la sociedad lo que nadie ignora: el frente opositor está al servicio del posicionamiento personal de los candidatos a conducirlo. Y lo demás, todo lo demás, relleno.
Esa es la nueva cuestión política: ¿soportaran la derrota, o sus consecuencias prácticas licuaran un arco que contiene desde la tropa de Carrió hasta el inconducible Carlos Saúl Menem?
No hay modo de saberlo ya, pero la incógnita quedará despejada con el correr de las horas: no se puede tapar el cielo con un harnero
La crónica registró que la senadora justicialista por Santa Fe, ex aliada del eternamente dubitativo Carlos Reutemann, Roxana Latorre decidió respaldar la designación de la presidenta del Banco Central, de modo que el frente antika no reunió los 37 votos necesarios para batir al gobierno, y rechazar el diploma de la prestigiosa economista. Al mismo tiempo, la senadora por Río Negro no solo no acompañó a la oposición, sino que bajó al recinto junto con los senadores del gobierno. María José Bongiorno – que actúa con absoluta independencia – es una aliada segura para defender a Marcó del Pont, pero es poco probable, que si se desengancha el pliego de la economista del impuesto del cheque vote con el oficialismo
Conviene destacar que la decisión de la senadora Latorre desbalanceó definitivamente el cuadro, y remarcar que no se trata de la primera vez. En el 2009 su firma terminó siendo clave para el dictamen en comisión; dictamen que permitió aprobar en el recinto la prórroga de facultades extraordinarias para el ejecutivo, en materia presupuestaria. Ese comportamiento supuso la ruptura con Reutemann, y de allí en más siguió su propio camino, en una provincia donde el peronismo perdió las elecciones a manos del socialismo local.
El senador José Pampuro había puesto en duda que la oposición contara con la mágica cifra requerida para tumbar a Marcó del Pont. Pampuro admite en privado muchos defectos, pero si algo conoce este histórico barón del duhaldismo es como se cuentan los porotos. Por si fuera poco recordó el próximo viaje de la presidenta, y por tanto que Julio Cobos – quien en ese momento estará al frente del Ejecutivo – no integrará las huestes opositoras, ya que Pampuro presidirá la sesión. O sea: en caso de empate su voto va a terminar valiendo doble, si todo concluyera 36 a 36, como durante la batalla campera en torno de la resolución 125.
La debilidad antika no es numérica, sino política. Tras la frustrada sesión del Senado la oposición desapareció de los lugares que solía frecuentar. El senador que por falta de reflejos habló con la prensa fue Alberto Rodríguez Saá. Para el puntano no había pasado nada; al "peronismo federal" esta voltereta no lo afecta. Es un modo de mirar cuya cortedad no requiere mayores explicaciones. Debemos admitir que en San Luis nada va a cambiar porque Marco del Pont siga en la presidencia del Central, y eso es todo lo que al "Alberto" de verdad le importa, ya que ni Latorre ni Bongiorno pertenecen a su armado político.
Esta inédita situación del Congreso consagró el todo vale. El interés nacional resulta, para buena parte de los integrantes de ambas cámaras, una cuestión secundaria. ¿Diversos modos de entenderlo, lo que resulta perfectamente legítimo? Más bien desconsideran cualquier cuestión que no sea interés inmediato y directo de cada participante; en esta categoría ingresó el uso de las reservas del Banco Central, no hay ninguna clase de política de estado, con el mayor cinismo votan una cosa o todo lo contrario. Ahora se entiende el motivo final del senador riojano al sumarse al bloque, comparte los valores que hizo flamear la oposición: menemismo explícito.