martes, 27 de julio de 2010

El discurso de Persico para fundamentar su rechazo a la ley de matrimonio de personas de igual sexo

Sr. Pérsico. – Señor presidente: me voy a expresar para adelantar mi voto en contra de la sanción que viene en revisión de la Cámara de Diputados con relación al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Luego de escuchar muchos discursos, quiero compartir la exposición del señor senador Jenefes, porque me siento bastante identificado con lo que él ha expresado.
Estoy de acuerdo con las minorías, con su cultura, con sus hábitos, con su forma de ser y de pensar. También estoy de acuerdo en la no discriminación, que consiste en aceptar la diversidad. Pero también estoy de acuerdo en que el matrimonio es una institución de nuestra
República que siempre, desde la Constitución, el Código Civil y las leyes internacionales, ha respetado la heterosexualidad, o sea, al hombre y a la mujer, como base fundamental de lasociedad. Esto no implica –y me parece mal que se así se entienda– que uno discrimine. Las uniones del matrimonio son diferentes a las del mismo sexo; y debe ser aclarado de esa forma.
Quiero aprovechar esta exposición, también, para aclarar varias cosas. En estos días, se ha señalado en los medios –yo lo he escuchado– que uno no tenía clara la posición. Sin embargo, desde el primer momento, yo he hablado con distintos sectores del pueblo de San Luis, al cual represento –en su gran mayoría, respeta el matrimonio como la diversidad del hombre y la mujer–, y me he manifestado respetando esa posición. Lo he dicho en todos los medios. Jamás he dicho nada en contrario. Por eso me sorprendió cuando vi algunas publicaciones en medios nacionales. Pero no me voy a poner en contra de éstos ni a discutir al respecto.
Y tampoco hubo presiones. Creo que todos los bloques han actuado con madurez y otorgando libertad a cada senador para que exprese sus sentimientos, sus pensamientos y los de su pueblo, a fin de que cada uno vote de acuerdo con sus ideales. Es muy importante dejar esto aclarado, porque he escuchado muchas cosas que no son ciertas. Creo que a nadie de aquí lo han obligado a subirse a un avión ni a nada. Aquí hubo libertad de expresión.
Por eso, hice mías las palabras del señor senador Jenefes, porque también me siento bastante incómodo votando un pensamiento distinto del de la mayoría de mis compañeros de bloque. Entiendo su postura y espero que ellos comprendan la mía. Creo que ambas posiciones están muy cerca y, tal vez, un diálogo o un debate podrían permitir, en el futuro, solucionar con una ley este tema.
Considero que ha sido muy positivo debatir este asunto, dado que las personas que tienen unión en el mismo sexo deben tener la posibilidad de avanzar sobre una norma que las ampare. Han logrado establecer un debate en la sociedad argentina que siempre fue muy difícil, por problemas culturales e históricos, pero se ha avanzado bastante. Por eso expreso todo mi respeto hacia esos sectores.
Pero también, creo –y son mis convicciones familiares, de mi crianza y también educativas– que la familia está formada, por naturaleza, por un hombre y una mujer. La familia está basada en la reproducción de sus hijos. Y creo que nosotros, como legisladores, debemos respetar fuertemente esa cuestión de Estado, en el sentido de reafirmarla. También respetar todo lo demás, pero no podemos dejar de lado muchas cosas.
Uno ya no tiene miedo, como político, de escuchar cosas –como decía– extremistas o fundamentalistas. Pero me parece que no son buenas para estos debates. He escuchado de familias violadoras, etcétera, y la verdad es que, en la realidad, hay de todo. En la diversidad, hay de todo.
Yo creo que quienes legislamos tenemos que hacer normas para que el ser humano, que es un ser imperfecto, pueda mejorar, cambiar y tener una mejor calidad de vida. Es lamentable que un matrimonio heterosexual abandone a sus hijos o que los niños, a veces, no sean respetados en sus derechos. Pero nosotros, como políticos, tenemos que batallar para que esa realidad mejore y que nuestros niños crezcan con la posibilidad de vivir mejor.
Hay una cuestión que no hace a esta norma –yo no sabía si instalarla o no–, como es la adopción, pero creo que está relacionada con la posibilidad de que se apruebe esta iniciativa. Y desde mi punto de vista –lo quiero dejar claro, acá-, la familia, el padre y la madre son generalmente quienes dan la mejor contención a los niños, quienes necesitan de las figuras parentales para identificarse.
Pero, más allá de eso, según la experiencia que uno ha tenido con sus padres, abuelos, con sus hijos, esa simbiosis, ese afecto que se establece entre la madre y su hijo al amamantarlo, al criarlo, al haberlo tenido nueve meses en su vientre –es algo que los hombres no podemos sentir–, hace que no haya igualdad en algunas cosas. Son diferentes y las tenemos que tratar así, sin faltarle el respeto a nadie. Creo que esas cosas hay que profundizarlas. Hay que tratar de que todos tengan las mismas posibilidades.
Hay muchas madres solteras, muchas separadas; y yo digo que para separase, hay que tener mucha madurez, responsabilidad, igual que para otros temas. Pero sabemos que hay una realidad en el país. Por ahí, no son el mejor mecanismo de contención social de los niños y jóvenes; y eso se puede ver después, en la realidad que vivimos.
Por lo expuesto, quiero expresar mi respeto y las disculpas que puedan merecer los compañeros de bloque, que han visto que no los acompaño. Creo que es la primera vez que procedo de este modo. Pero lo hago por mis convicciones, por acompañar a la gran mayoría del pueblo de San Luis, que me ha expresado su posición. También les digo que respeto su postura y que sería muy positivo que, en un futuro, superemos esto.
Creo que esto implica un cambio cultural que no se puede hacer en un mes o en un año. Es un cambio cultural que necesita de nosotros un tiempo de maduración. De todos modos, pienso que el debate se ha dado; se ha llevado a todo el país por parte de la Comisión y se ha puesto en la primera página de todos los medios, más allá de que algunos han sido fundamentalistas y me han hecho sentir mal, porque yo digo que, en democracia, tenemos que saber pensar diferente. Y cuando alguien piensa diferente, creo que antes de demonizarlo o asegurar que no es bueno, tenemos que encontrar algún término medio.
No sé cuál será el resultado hoy, pero yo estoy expresando mi posición, el deseo de poder armar una iniciativa que contenga y otorgue los derechos que se merecen los matrimonios de personas del mismo sexo. Pero también, estoy manifestando la diferencia entre estos y los matrimonios entre personas que no son del mismo sexo. Me parecen dos cosas totalmente distintas.
Eso no implica que uno no les quiera dar afecto; a mí, inclusive, me tocó convivir con ellos; tener amigos con parejas homosexuales, que me parecen brillantes; conocer que hay cosas buenas y malas en los dos sistemas.
Pero la Constitución y los tratados internacionales de Derechos Humanos dicen que la familia es la unión del esposo y de la esposa, de la mujer y del hombre; es la base social fundamental y, sin discriminar a nadie, habría que tomarla como núcleo de nuestro Estado, tal como ha sido hasta ahora en la Argentina. Desde esa posición, y respetando las contrarias, pidiendo disculpas al gobierno nacional por no estar de acuerdo en este tema, voy a votar en contra del proyecto que viene de la Cámara de Diputados.

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