viernes, 27 de mayo de 2011

EL CONSULTOR QUE PERDIO CON MACRI AHORA PIERDE CON ALBERTO

¿Durán Barba trabajando para el Alberto?

 En su cuenta en la red social Twitter, Jorge Asis afirmó que tardíamente, Alberto Rodríguez Saá ha decidido profesionalizar su campaña. El candidato para el marketing sería... Jaime Durán Barba. ¿Y Mauricio Macri?
26/05/2011 | 16:39
¿Durán Barba trabajando para el Alberto?
Alberto Rodríguez Saá en Mendoza (14/05/2011).
 CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El ecuatoriano Jaime Durán Barba estudió Ciencias Políticas en la Argentina durante los años '70 (su mujer fue detenida-desaparecida), se marchó a su país, se hizo consultor político famoso y regresó al mecado argentino cuando Carlos Menem buscaba un asesor especializado en 2da. vuelta. 
Pero Menem no fue candidato en la 2da. vuelta aunque a Durán Barba le quedó la conexión con Mauricio Macri, a través de Isabel Menditeguy, la por entonces mujer de Macri quien en ese momento concluía Ciencias Políticas en la Universidad de San Andrés.
Durán Barba ha trabajado con Macri desde 2004 pero en 2009 también colaboró con Francisco de Narváez. También trabajó con Eduardo Costa, en Santa Cruz.
Durán Barba, quien una vez le dijo al diario Página/12 que el político con el que se iría de vacaciones sería Jaime Nebot (alcalde de Guayaquil), "por el sentido del humor descontrolado que tiene. Nunca me iría con un político aburrido, es decir... ¡con casi ningún otro!", parece que podría participar de las presidenciales argentinas pese a que Macri no será candidato.
> Primicia berreta. Ninguna posibilidad de negociación entre Macri y Duhalde. Culpan al sabio ecuatoriano. Sólo avanza "Pinedo Conducción".

> Era confidencial. Pero trasciende que Durán Barba, el sabio ecuatoriano, se encuentra en tratativas profesionales con Alberto Rodríguez Saa.

> Significa, en principio, que los Rodríguez Saa abandonan el providencialismo voluntarista, y deciden profesionalizar tardíamente la campaña.

domingo, 22 de mayo de 2011

OTRO NEGOCIADO FANTASTICO EN SAN LUIS

El regreso del auto fantástico

Otra vez, empresarios y abogados afirman haber sido estafados por un cordobés que lleva 20 años diciendo que es inventor de un vehículo que funciona con agua.

  • Entusiasmado. Agüero defiende su proyecto del auto a agua y dice que está cansado “de la estupidez de los demás” (Darío Galiano).
“Estoy cansado de la estupidez de los demás”, dice Juan Carlos Agüero antes de expulsar el humo del cigarrillo por la nariz. Está enojado. Está enojado y sentado en el bar de la terraza del edificio de Tribunales II, en la ciudad de Córdoba. Tiene los ojos verdosos, el pelo rubio y largo y está vestido como para correr un rally, con lentes de sol enganchados en el cabello y campera y buzo deportivos tachonados con marcas automovilísticas. “Yo puedo convertir esta agua en fuego”, dice, tocando el vasito con soda que acompaña su café. “Hablá despacio, hay ojos y oídos por todas partes”, le recomienda su abogado Daniel Pereyra, sentado junto a él.
En el relato que sigue a continuación, hay una sola cosa en la que todos coinciden: el cordobés Juan Carlos Agüero está haciendo historia. Él y su grupo de acólitos, que cambia de nombres según pasan los años, afirman que tienen entre manos un invento que irremediablemente transformará la industria automotriz mundial. Un invento fabuloso por el que se pelean grandes corporaciones, que hasta apelan a la contratación de mafiosos para hacerse con los detalles del proyecto.
Por el contrario, quienes se presentan como víctimas del inventor refutan la leyenda y afirman haber sido timados por un estafador con un extraordinario poder de convencimiento. Tan asombrosas serían sus dotes que entre los engañados se encuentran empresarios como el dueño de Aeropuertos Argentina 2000, Eduardo Eurnekian, el gobierno de Alberto Rodríguez Saá en San Luis, autoridades del Gobierno cordobés de Juan Schiaretti y medios de comunicación de todo el país.
Fuego en el agua. El 21de abril del año pasado, Agüero consiguió que un inversor le alquilara uno de los salones del Hotel Sheraton de la ciudad de Córdoba para dar una conferencia sobre el invento de su vida: el motor que funciona a agua. Entre los empresarios que concurrieron al evento estuvo Elvio Taddei, dueño de una fábrica de pediculicida.
“Fui porque me interesaba como modelo para un auto ecológico. Entiendo de mecánica, he traído un equipo a hidrógeno de los Estados Unidos”. Al día siguiente, Agüero organizó una exhibición del auto en el ex Estadio Chateau Carreras. Taddei vio cómo el Fiat Palio al que le habían colocado el motor a agua escupía llamaradas. “El hidrógeno no hace eso –dice–. Pasó tiempo hasta que supe que mezclaba combustible de avión. El agua que le agregaba pasaba por otro conducto y salía por el caño de escape. Era todo un 
 bleff ; vendió espejitos a todos los indios”.
Antes de descubrir el engaño, Taddei también se convirtió en inversor de Agüero. El 15 de noviembre firmó un contrato y aportó 100 mil pesos para explotar comercialmente el sistema inventado por Agüero. Para conseguir más apoyos, viajaron juntos varias veces a la provincia de San Luis. Allá los recibió el ministro jefe de Gabinete de Alberto Rodríguez Saá, Claudio Poggi. El relato de Agüero lo entusiasmó y lo derivó con el director del Programa de Energías Alternativas, Daniel Patricio Couhlan, con quien siguieron las tratativas. Prometieron prestarle unos galpones para que desarrollara su invento, un crédito blando y comprar los primeros 30 equipos, a cambio de que la mano de obra fuera local.
Esa llegada ante las autoridades sanluiseñas y la exhibición de tarjetas personales de funcionarios le sirvieron a Agüero para ganar nuevos creyentes en su causa. El abogado laboralista cordobés Ricardo Kohn también aportó sus buenos dineros. “Me lo presentó un conocido –señala– que me dijo que Agüero necesitaba fondos para hacer funcionar su invento. Hicimos varias pruebas técnicas, en donde todo parecía que andaba. Fui a la prueba en el Chateau y luego llevamos el auto al ITV que está en avenida Circunvalación, para certificar sus emisiones”.
Kohn apunta que perdió cerca de 100 mil pesos en la aventura. “Descubrí que Agüero falseaba las pruebas, usaba aceleradores en el proceso de electrólisis (para separar el hidrógeno del oxígeno del agua), que son altamente contaminantes y están prohibidos. Hice una consulta con profesionales de la Facultad de Matemática de la UNC y terminé de convencerme de que fui víctima de un fraude”, lamenta.
Historia sobre ruedas. Agüero y otros empresarios a los que convenció en el camino pidieron por carta una audiencia urgente con el gobernador Juan Schiaretti. Les contestaron al día siguiente y los derivaron con el ministro de Industria, Roberto Avalle. El ministro los escuchó, les dijo que necesitaba una opinión técnica y los derivó con el secretario de Innovación y Vinculación Tecnológica, Walter Robledo. “Nos prometieron apoyo económico para pagar gastos secundarios y nos dijeron ‘¡Vamos para adelante!’”, recordó un empresario que estuvo en la reunión.
También vieron al ministro de Ciencia y Tecnología, Tulio del Bono. Ante la consulta de este diario, desde ese Ministerio negaron que les hayan ofrecido apoyo económico. Lo mismo dijeron desde la Jefatura de Gabinete de San Luis. Luego, Agüero intentó que lo recibiera el vicegobernador Héctor Campana, pero sólo logró reunirse con un colaborador.
Mientras tanto, Agüero tenía trabajando para él al mecánico Alejandro Herrera, quien abandonó a todos sus clientes anteriores y en su taller de barrio Cerveceros dedicaba las 24 horas al proyecto.
“Fue a verme –recuerda– para que le armara unos motores. Me dijo que le pusiera los equipos de hidrógeno y que luego me llevaría con él a Alemania, donde ya tenía vendido el proyecto. Yo entré de una, nunca viajé a ningún lado y me hizo soñar con subirme a un avión. Me invitaba a almorzar y gastaba mucha plata. Me decía que si todo salía bien yo iba a empilchar tan bien como él”.
Agüero organizó una exhibición en el Autódromo Oscar Cabalén. Alejandro le armó el auto para convencer a un nuevo inversionista: el abogado Ricardo Kohn. “El auto nunca funcionó como él decía”, recuerda el mecánico. “Además, el equipo era peligroso. Varias veces, haciéndole arreglos, me explotó y la onda expansiva me tiró contra la pared del taller. Menos mal que en la presentación del Sheraton no llegó a funcionar; podría haber explotado el hotel”.
Luego del éxito del Sheraton, Agüero consiguió dar una charla en la empresa Renault, frente a un calificado auditorio de ingenieros, entre los que también se encontraba Oreste Berta, el ingeniero mecánico cordobés fabricante de motores de ganada fama mundial. “Terminó de hablar y lo felicitaron, pero me di cuenta de que no le creyeron”, dice Alejandro. “Le pidieron que abriera la caja del invento para ver qué había dentro, pero él se negó”.
El mecánico perdió su taller. Cuenta que jamás recibió un peso de paga por parte de Agüero. Cuando reclamó, un grupo de policías allanó la casa donde vivía con su pareja y lo terminó acusando de posesión de drogas, aunque hoy, cuando pide certificados de buena conducta, le aparece un antecedente por el robo de un auto que, jura, no tuvo nunca. “Eran policías amigos de Agüero”, dice.
No fue la única víctima. María Elena Montes, la martillera dueña de una inmobiliaria de barrio Nueva Córdoba, se enamoró de uno de los inquilinos que le alquiló un departamento: Juan Carlos Agüero. “Mi mamá –cuenta Jonatan, el menor de sus dos hijos– creyó todo lo que él le dijo, su invento, sus viajes”. María Elena perdió su inmobiliaria, su patrimonio, y hasta cuando le iban a rematar su casa familiar, cuatro días antes de la última Navidad, seguía esperando que Agüero apareciera con el dinero que le había prometido. “Al poco tiempo, el 3 de abril, mi mamá tuvo un accidente cerebro vascular (ACV), generado por el estrés, y murió”, se lamenta.
Sorpresa mundial. Esta nota no alcanza para reproducir todos los testimonios de quienes se declaran víctimas del auto a agua. En su raid de 20 años, Agüero sólo recibió una condena, el 11 de diciembre de 2003, por cinco delitos; malversación culposa de caudales privados, entre ellos. En la actualidad, tiene unas cuatro imputaciones cajoneadas en distintas fiscalías, pese al pedido de sus nuevas víctimas para que la Justicia cordobesa acumule las causas y no permita que siga sumando capítulos a la historia.
Agüero se presenta siempre como ingeniero y reparte tarjetas con ese título. Cuando algunos de los engañados chequearon que en realidad no lo es, respondió que se trata de un título que consiguió en España.
Es, a su manera, un artista. El año pasado paseó a periodistas de la TV de Córdoba en su auto a agua y apareció en un noticiero. Antes logró que un conductor de la radio más escuchada de la provincia saliera al aire elogiando el invento, mientras recorría las calles céntricas conducido por Agüero. También este diario publicó una nota con la noticia de su gran creación.
Los ingenieros consultados sobre el auto a agua coinciden y son concluyentes. No es un invento vinculado a la nueva y creciente utilización del hidrógeno en automóviles. Lo que propone Agüero es simplemente algo que contradice las leyes de la física. Es imposible que funcione. Uno de ellos, el especialista en motores Raúl Magallanes, citado por el Comando en Jefe de la Aeronáutica cuando Agüero se presentó en la Fábrica Militar de Aviones, recomendó que el inventor fuera examinado por un psiquiatra.
Pero Agüero todavía tiene cosas que mostrarle al mundo. El jueves, a las 15.05, cuando el próximo Rally Mundial de Argentina largue desde la ciudad de Villa Carlos Paz, Agüero acelerará con un Mitsubishi Lancer Evo VIII. Dice que es capaz de alcanzar los 170 kilómetros por hora y consumir sólo un litro de hidrógeno cada 10 kilómetros.
Fue el primer corredor argentino anotado, según confirmaron a este diario los organizadores de la prueba más prestigiosa de la especialidad. A nadie le llamó la atención un auto a agua.
La Voz del Interior.