jueves, 4 de noviembre de 2010

Las oscilaciones de Pino

30-10-2010

El oficialismo y la oposición cargan contra Proyecto Sur por sus decisiones. La marcha atrás con el proyecto de papel para diarios generó roces internos. ¿A quién favorece Pino? ¿Es funcional al kirchnerismo?
Por Julio El Alí
“Plantá un Pino en el Congreso” fue el slogan del Movimiento Proyecto Sur durante la campaña 2009, el que cautivó a miles de porteños imaginando una alternativa a la izquierda del Gobierno nacional.
Fernando “Pino” Solanas cosechó el voto de confianza de aquellos militantes de izquierda y también de quienes buscaban un espacio diferente -en el escenario político argentino- en cual creer y depositar sus esperanzas. Sin embargo, existe un gran malestar en el electorado que eligió a Pino y también en sus seguidores políticos que lo acompañan en la bancada de la Cámara de Diputados. Sin contradecir a su líder, varios diputados deambulan por el Salón de los Pasos Perdidos, preguntándose por las variaciones en las decisiones políticas que han llegado a confundir a más de uno.
En la actualidad, Proyecto Sur se parece más a la sombra de un pino, ya que según la hora del día, da sombra para un lado o para el otro. La sombra no siempre está a la izquierda. Esa forma pendular de hacer política le ha permitido a Solanas a afirmar que no está a favor del oficialismo ni de la oposición, pero a su vez, no se sabe dónde está plantado Pino. La constante ambigüedad se ha puesto de manifiesto, una vez más, en dos actitudes antagónicas en una misma reunión de un plenario de comisiones, donde la diputada de Proyecto Sur Alcira Argumedo firmó la nota del Grupo A para que se extienda el debate y no se emita dictamen sobre Papel Prensa. Pero también firmó el dictamen de mayoría que era nada más ni nada menos que el proyecto de ley presentado por su compañera de interbloque Cecilia Merchán (Libres del Sur).
Por lo tanto, en una misma reunión acompañó las estrategias de la oposición y el oficialismo. Luego, Solanas aclaró que, en este caso, la sombra estaba a favor de las intenciones del Grupo A.
Para una mayor comprensión de las acciones de los diputados de Proyecto Sur desde que asumieron en sus bancas, Semanario Parlamentario realizó una recorrida por sus cambios de postura y la diferenciación permanente con los bloques contrarios al kirchnerismo, aunque en la mayoría de las oportunidades finalizaron votando igual que la más férrea oposición.



Soy o no soy del Grupo A
Al momento de la jura como diputado nacional, Solanas y sus compañeros de bancada dieron una clara señal a la Casa Rosada: No eran aliados. Y como diputados de la vereda de enfrente, votaron en la elección de autoridades junto con lo que en ese recordado 3 de diciembre se denominó “Grupo A”. Pino estaba en el mismo sector que Alfonso Prat Gay (Coalición Cívica), Federico Pinedo (PRO), Oscar Aguad (UCR), Francisco De Narváez (Peronismo Federal), entre otros a los que había cuestionado duramente. Por otro lado, el bloque Proyecto Sur se agrandaba y conformaba un interbloque de 11 diputados de centroizquierda, que sería liderado por Fernando Solanas. Es decir, a la hora de votar la conformación de autoridades dio quórum y votó con el núcleo duro de la oposición, pero días después se diferenció del Grupo A presentando sus propios proyectos de ley y estableciendo distintas prioridades.
En aquella oportunidad, el interbloque se presentaba como “un tercer actor abierto pero que tiene autonomía y voz propia y que estaba comprometido con la democratización institucional, con la restitución de mayores niveles de igualdad y garantías para los derechos sociales de todos los argentinos y que pretende fortalecer una nueva propuesta de desarrollo alejada tanto de las estrategias del ajuste como de los intentos de sostener el crecimiento con mayor deuda”.

Pago de la deuda con reservas
El primer tema que puso a prueba al líder de Proyecto Sur fue al final de 2009 y principios de este año, cuando estallaba en el verano un caliente debate alrededor de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que pretendían pagar vencimientos de la deuda pública con reservas del Banco Central. El 29 de diciembre del año pasado Parla-mentario.com publicaba una nota con un título que no dejaba dudas: “Proyecto Sur rechaza el Fondo del Bicentenario para pagar deuda”. A simple vista, otra vez el diputado y cineasta se ubicaba del otro lado del Gobierno y calificaba la medida como una acción que “repite nuevamente la historia, hipotecando la soberanía nacional y el bienestar de varias generaciones”. Lo cierto es que Pino fue consecuente con su pensamiento y presionó dentro de la oposición para insertar en el debate uno de sus principales temas de campaña: la deuda externa.
La principal diferencia entre Solanas y el ex titular del Banco Central (BCRA), Martín Redrado -quien se había atrincherado en su cargo- y el Grupo A, era que para Proyecto Sur las reservas no eran intocables. Pero, a su vez, se distanciaba del kirchnerismo, porque afirmaban que “el uso de 6.569 millones de dólares para satisfacer a los acreedores externos, redundará en la perpetuación del hambre, la exclusión y la marginación social”.
Así las cosas, de entrada, Proyecto Sur comenzó a marcar la cancha a ambos sectores, convirtiéndose en árbitros de la disputa entre el oficialismo y la oposición dura.
El diputado de la CTA Claudio Lozano disparaba para ambos lados: “El Gobierno hace un autoatentado institucional. Del otro lado, la oposición discute banalidades”.
Asimismo, Pino Solanas aclaraba: “El espacio no participará de ninguna sesión que no estudie el origen de los compromisos de la deuda”. Resulta que con el avispero alterado, Proyecto Sur proponía algo más profundo que el simple rechazo al pago de la deuda, lo que provocó un dolor de cabeza no sólo a CFK, sino también a la oposición ya que Pino se había plantado en que se debía discutir si o sí la cuestión de fondo y no sólo juzgar la validez del DNU, y no convalidó las convocatorias a las sesiones espaciales del 2 y 10 de marzo, por lo que fracasaron y despertaron la bronca de la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió.
Los roces habían comenzado y el aura triunfal del 3 de diciembre parecía desfigurarse ante la primera batalla real en el recinto de la Cámara de Diputados. Para aumentar aún más las buenas relaciones con el Grupo A, la diputada de Libres del Sur Cecilia Merchán, quien integra el interbloque de Proyecto Sur, disparaba: “El mal llamado Grupo A está conformado por grupos de derecha; nosotros no formamos parte de ese sector”. Sin embargo, desde el oficialismo nunca se dudó en afirmar que “Pino le hace el juego a la derecha”. Desde el 3 de diciembre, Solanas había cruzado la línea y cada vez se alejaba más, ya que ante el veto a la ley de Reforma Política, Proyecto Sur se alineaba con el Partido Socialista y el GEN de Margarita Stolbizer para aseverar que “el objetivo de la reforma política es allanar el camino para Néstor Kirchner de cara a las elecciones presidenciales de 2011”.
En verdad, Proyecto Sur no estuvo ni de un lado ni del otro, sino que apoyó lo que denominó el “Fondo Nacional para el Desarrollo” que establecía destinar los 6.500 millones de dólares de reservas del Banco Central a la financiación de pequeñas empresas, a la creación de una petrolera estatal, la reconstrucción del sistema ferroviario y la fabricación de buques y material portuario.
Finalmente, luego de cuatro meses de idas y vueltas, el 14 de abril Proyecto Sur votaba junto al Grupo A la declaración de nulidad del DNU 298.

Apoyo el cambio
Al igual que con el pago de la deuda con reservas, Pino se plantó, aunque esta vez contra los diputados opositores que alzan las banderas de la corporación judicial. El reconocido constitucionalista Ricardo Gil Lavedra tenía todo listo en la Comisión de Justicia, la cual preside, para firmar el dictamen de reforma del Consejo de la Magistratura. Estaba todo en orden hasta que surgió la negativa de Proyecto Sur, lo que provocó más de dos meses de una virtual parálisis que estresó a más de un opositor, que ante los reiterados fracasos en las sesiones y la imposibilidad de aprobar un proyecto que genere una derrota, apuntaban a Pino como “el mejor aliado de la Casa Rosada”. Finalmente, el Grupo A cedió en los artículos problemáticos y consiguió el apoyo del interbloque que lidera el cineasta. Esta situación se volvió a repetir con la media sanción del Senado sobre la reforma al Instituto Nación de Estadísticas y Censo (INDEC), ya que apenas llegó a la Cámara baja lo aprobado por los senadores, Lozano junto a los trabajadores del organismo vinculados a la CTA pusieron el grito en el cielo. Lo que parecía una nueva derrota del Gobierno en el Congreso a manos de la oposición, Pino le puso un freno inesperado que generó reacciones en el segundo piso del Palacio. Tras varios meses de haberse aprobado la reforma del INDEC en la Cámara alta, todavía no ha llegado al recinto de Diputados y eso se debe a las arduas negociaciones que terminaron con la aceptación de los pedidos de Proyecto Sur, quienes solicitaban la reincorporación de los trabajadores echados por la actual intervención a cargo del secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
El INDEC y el Consejo de la Magistratura son dos ejemplos de la parálisis que le provocó Pino al Grupo A, dejando en evidencia que no acompañan cualquier propuesta que motorizan desde la UCR, PRO, Coalición Cívica o Peronismo Federal. Sino que los bloques más duros al Gobierno debieron negociar con Proyecto Sur para lograr su aval en el recinto. Pero así también lo hizo el oficialismo en la última reunión plenaria de comisiones en la que se trató el proyecto sobre Papel Prensa.



Pensando en 2011…
Tan sorpresivo como impensado, al igual que la oposición el kirchnerismo tuvo que ceder ante la férrea posición de Pino en negarse a cambiar el proyecto de ley del bloque que declara de interés público la producción y distribución del papel para diarios. Luego de arduas negociaciones, la bancada K decidió invertir los roles y Proyecto Sur se convirtió en “el brazo legislativo del Gobierno” con la iniciativa pergeñada por Merchán a la cual se sumó el FpV.
Sin embargo, días después, en una entrevista publicada en Clarín, Solanas admite que se equivocó y que sería un “suicidio” aprobar una ley “contra los medios de comunicación”. Es decir, que Pino dio marcha atrás con su propio proyecto de ley con la fundamentación de que no era el tiempo político, ya que “hay una guerra entre el Gobierno y Clarín”. Sin dudas, esta actitud personal de Pino provocó un gran revuelo dentro del interbloque, pero sus compañeros prefieren callarse la boca y no enfrentar a su líder, quien ha demostrado una nueva oscilación estratégica pensando en las elecciones presidenciales del próximo año. Se sabe que un candidato opositor no puede estar peleado con los medios más poderosos del país.
La sombra de Pino no tuvo un solo destinatario. Al oficialismo le sirvió los continuas demoras que le puso Proyecto Sur a las intenciones de la oposición, lo que se evidencia en que después de diez meses, sólo se haya aprobado una sola ley contraria a los deseos del Gobierno y fue justamente la que vetó la Presidenta.
Pero también es menester observar que a la hora de estar presentes en las sesiones para dar quórum y al momento señalado para votar positivo o negativamente, siempre Proyecto Sur acompañó las iniciativas de la oposición.
Por lo tanto, en la dicotomía en la cual se encuentra la política argentina reflejada en el Parlamento, el sector político de Solanas intenta construir un espacio de diferenciación entre el oficialismo y la oposición, siendo el árbitro al cual todos pretenden seducir al principio, pero luego todos apuntan como el culpable. Con estas oscilaciones, Pino está construyendo una tercera alternativa que apunta a gobernar en 2011. Eso sí, sin pelearse con el Grupo Clarín, por lo que el proyecto de Papel Prensa ya está archivado.