jueves, 15 de septiembre de 2011

Cuando Peron gano por 38 puntos


Por Rodolfo Terragno
Fue el 21 de junio pasado. "El verdadero desafío será en 2013", pregonaba el título de esta columna. En el texto se hablaba, sin ambages, de reelección. Las bonanzas siempre invitan a la continuidad y la Argentina ha tenido, los últimos años, una bonanza que sólo empezará a declinar en 2012. Conforme el mandato bíblico, la gente juzga al árbol por sus frutos. Cuando éstos son inusualmente numerosos, grandes y dulces, los goza ignorando (o no reparando en) las causas de una cosecha esplendorosa. Los ciudadanos no tienen por qué saber si obedece al buen tiempo, a la fertilización o a la biotecnología. Los recientes frutos económicos resultaron de factores externos e internos concurrentes: la introducción de la semilla transgénica de la soja (1996), el impetuoso aumento de la demanda global provocado por China (2001-2011), los precios récord de materias primas como la propia soja (2001-2011), el default que detuvo la sangría de divisas (2001), la devaluación del peso que hizo competitivas nuestras exportaciones (2002), la renegociación de la deuda que nos liberó de una pesada carga (2006) y la, hasta ahora, eficaz administración de la bonanza que ha hecho el gobierno (2003-2011). A dos años vista, el desafío es cuádruple: - Para el país. Dificultades hoy casi imperceptibles se irán manifestando de a poco; y ninguna de ellas será de solución sencilla. Habrá: desaceleración de la demanda global, restricciones para volver a un tipo de cambio competitivo, disminución del stock de divisas, declive de los recursos para mantener las cuentas públicas en equilibrio y obstáculos para combatir la inflación sin afectar el consumo. El desafío es pasar del crecimiento coyuntural al desarrollo estructural: una tarea compleja que requiere tiempo. - Para quien gobierne. Cuando los frutos sean menos numerosos, menos grandes y menos dulces, se multiplicarán los disconformes. Como en el caso de la bonanza, la gente desconocerá (o no reparará en) las causas de esa aminoración de beneficios. Será preciso, pero arduo, infundir paciencia, reparar pérdidas y renovar esperanzas. - Para la oposición. No bastará con criticar a quienes gestionarán la economía, soportando aprietos que no existieron estos años. Tampoco bastará con formular propuestas --por precisas e innovadoras que sean? si provienen de fuerzas que no parezcan tener, llegado el momento, chances de alcanzar el poder para aplicar tales propuestas. Si no hay unión de fuerzas opositoras afines, alguna deberá crecer hasta representar a la mayoría de la población ansiosa cambios. - Para la democracia. Siempre que no haya una alternativa verosímil, el poder de quienes gobiernan se hipertrofia. Puede haber una fuerza dominante, toda vez que hay otra capaz de controlar y capitalizar descontentos. Lo que importa no es el caudal del primero, sino la diferencia del primero con el segundo. Desde el restablecimiento de la democracia hasta 2007, sólo hubo una elección de guarismos bajos: la de 2003, celebrada en las postrimerías de una crisis mayúscula. Fuera esos comicios anómalos, tuvimos elecciones cuyos ganadores obtuvieron entre 45 y 52% de los votos. La diferencia entre uno y otros nunca pasó de 14 puntos y, en 1995, fue de 6: Elección Ganador % 2º % Diferencia 1983 Alfonsín 52 Luder 41 12 1989 Menem 48 Angeloz 33 14 1995 Menem 50 Bordón 28 22 1999 De la Rúa 48 Duhalde 38 10 2003 Menem 24 Kirchner 22 2 2007 CFK 45 Carrió 23 22 2011 CFK 50 Alfonsín 12 38 Primarias Las elecciones de octubre no necesariamente reeditarán el resultado de la primaria: la brecha podrá ser más amplia o más angosta. En todo caso, cuesta imaginar que las variaciones sean mayúsculas. Los partidos opositores deberán empeñarse en hacer posible lo imposible, pero es sensato que todos ?oficialistas y opositores?empiecen a imaginar una marcada asimetría, y a concebir estrategias para buscar que la desigualdad política no se traduzca en un contrapunto entre el autoritarismo y la obstrucción. La total unidad de la oposición toda es una quimera: así no estuvieran atrapados en una red de vanidades y desatinos, diversos partidos representan a sectores sociales dispares, defienden ideas disímiles y tienen, cada uno, tradiciones e ideas que no armonizan con las de todos los demás. No obstante, los más representativos (que son aquellos que menos desacuerdos tienen) deben hacer esfuerzos por encontrar, al menos, un mínimo común denominador. Coincidencias de fondo, por la cuales actúen al unísono en políticas que sean condición sine qua non del desarrollo económico y social del país. Aunque para crear una alternativa tendrán que diferenciarse del gobierno, no deberán tener miedo de coincidir ocasionalmente con las autoridades, si acaso éstas tuvieran iniciativas congruentes con ese mínimo común denominador. El gobierno, por su parte, deberá comprender que también el oficialismo necesita de acuerdos. La solución de los problemas que se avecinan demandará decisiones difíciles y, por abultado que sea su eventual triunfo, requerirá un sustento social muy amplio que sólo puede surgir de un entendimiento con otras fuerzas. Después de ser elegido Presidente con 62 por ciento de los votos, Juan Domingo Perón comprendió, en 1973, que ni aun tamaña mayoría le servía para llevar adelante su "proyecto nacional". Sabía que la soberbia y el aislamiento agrietarían los cimientos del edificio que se proponía construir. Parado frente a la Asamblea Legislativa, el 1º de mayo de 1974 anunció la creación de un Consejo para el Proyecto Nacional, que integrarían los distintos partidos políticos, junto a una representación amplia de la sociedad civil. El órgano sería el encargado de elaborar ese proyecto, al cual Perón contribuiría con sus ideas, para concluir en un consenso. Con la muerte de Perón, el plan quedó trunco; pero se convirtió en un cargo impuesto a los sucesores del "Líder": la aritmética electoral no basta para hacer un gran país: el gobernante debe liderar la creación de una "comunidad organizada"; en ningún caso contribuir a la formación de una comunidad dividida.

Cuando Perón ganó por 38 puntos

Cuando Perón ganó por 38 puntos

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Se supo el Alberto es K

Alberto Rodríguez Saá: “Entre Cristina y Duhalde, voto a Cristina”
ALBERTO RODRIGUEZ SAA/Luis Majul dialogó en La Cornisa Radio con Alberto Rodriguez Saa. El candidato a presidente por Compromiso Popular y gobernador de San Luis habló sobre la pelea electoral entre los diferentes referentes del peronismo: "Yo no tengo nada que ver con Duhalde. No pienso igual y me parece un personaje bastante triste de la historia argentina. Hay que reconocer que él tiene liderazgo en algunos sectores del peronismo. Con él disputábamos la conducción del partido. Pero él en el tercer juego abandonó. La gente me reclama a mí por su abandono pero qué puedo hacer yo si él no quiso seguir porque perdía. El siguió adelante y contó con el apoyo enorme de los medios de comunicación y del multimedio Clarín. Logra que la contradicción argentina sea Cristina o Duhalde. Y eso es un papelón para la democracia porque entre Cristina y Duhalde, voto a Cristina. Igual, esta es la última elección de Duhalde"
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http://www.radiolared.multimediosamerica.com.ar/lacornisa/audio/4493