lunes, 9 de mayo de 2011

Un analisis interesante

EL MAPA POLÍTICO DE LA ARGENTINA
Por Carlos Chino Fernández
 IAJ-CGT
Los límites del bipartidismo
Analistas políticos y dirigentes de todo pelaje y color suelen decir convencidos que el bipartidismo y con ello, la posibilidad de la alternancia en la gestión del poder, son la garantía de la democracia. Nada más lejos de la verdad…
Lo anterior cobra sentido si pensáramos solamente en los aspectos formales y procedimentales de la democracia. Pero en realidad se trata en esta etapa que comienza, de avanzar más allá de la democracia formal, se trata de construir la democracia verdadera, que implica la participación de las grandes mayorías del pueblo argentino en la toma de decisiones. Para lo cual debemos, des-naturalizar axiomas políticos que se han instalado en la conciencia de las personas, como el referido en esta página. Esta es una larga y tediosa tarea de des-colonización de las conciencias, al decir de Don Arturo Jauretche.
La alternancia de los diferentes gobiernos desde 1983, retrasó la posibilidad de profundizar en un destino común de progreso y justicia social para el conjunto de los argentinos. Llegado el 2001, solamente una minoría de nuestra población salió indemne de los vaivenes de nuestra reciente historia. Ese bi-partidismo sirvió para hundirnos, para hambrear al pueblo y entregar la riqueza de la nación en el marco de un endeudamiento permanente.
A partir del 2002/03, estamos transitando un proceso diferente de recuperación para la economía nacional y el desarrollo colectivo, de una serie de herramientas y resortes claves: Banco central, normalización de las convenciones colectivas de trabajo, nacionalización de las AFJP, inclusión de población en riesgo social (jubilaciones y AUH), etc., etc.
El bi-partidismo, como lo entendiéramos en nuestra historia entre la unión cívica radical (UCR) y el partido justicialista (PJ), ya no existe como tal. La composición social de esos partidos ya no es lo que fuera, ni sus estructuras son las mismas de antes, ni sus representantes, expresan las aspiraciones de las bases que dicen representar. Dentro de este razonamiento binario, están los que sostienen que para resolver la crisis de representatividad, nuestro país debería orientarse hacia la constitución de dos fuerzas políticas al estilo europeo: Una de centro izquierda que bien podría capitanear el gobierno con el apoyo de una serie de expresiones del progresismo y de la izquierda y por otro lado, una fuerza de centro derecha, con eje en un acuerdo de un sector de la UCR y el PJ. Esta salida es inviable, dada la naturaleza de nuestra cultura política y de la influencia del peronismo en la vida nacional. Antes bien, habría que distinguir en los análisis políticos tres o cuatro niveles. A saber:
1), una mirada de nivel personal: Cuando fulano se peleó con sultano. Este con aquél. Las críticas aquí pasan por consideraciones personales, entre personajes  mediáticos en su mayoría. Aquí por ejemplo, se da una polarización dicotómica entre dos referentes o candidatos políticos por sus cualidades personales aparentes.
2), en este nivel tenemos una configuración clásica del análisis político en donde se presentan los partidos políticos, como entidades permanentes, casi como que no han sufrido modificación. Se habla del partido justicialista, de la unión cívica radical, del partido comunista o socialista, como si su contenido social fuese el de siempre. Aquí el bi-partidismo es entre la UCR y el PJ.
3), como lo habíamos mencionado, en este nivel se encuentra la conformación de dos grandes agrupamientos: centro derecha y otro de centro izquierda. Una suerte de bi-partidismo agiornado a la europea.
Este tipo de esquemas, nos permite ordenar la realidad política sin mayores problemas según nos aparece en los debates televisivos o gráficos. Nosotros entendeos que este tipo de lectura nos aleja de comprender la realidad en su esencia y en su complejidad. Esta lógica de razonamiento favorece la desvinculación del personaje- candidato, o de los sellos de los partidos políticos, con los intereses económicos y sociales que representa.
Una lectura posible
A partir del 2002/2003, hemos recuperado un rumbo. A pesar de las críticas acerca de la falta de proyecto o la no definición de un modelo, el país ha encarado un rumbo y una esperanza compartida cada día más. La profundización de las medidas adoptadas hasta el presente requiere de la acumulación de una mayor fuerza política. En este sentido el proceso electoral puede ser un obstáculo. Resta energía para la batalla que se librará en los próximos años. Así pues, es pertinente cuando se analiza nuestra realidad política pensar en la conformación de fuerzas.
Cuando de fuerzas se trata, existen tres en proceso de constitución:
La fuerza del orden (conservadora). El eje aquí es la UCR. Más allá de la posible alianza con el PS, el GEN, el sector más a la derecha que encarna López Murphy o más a la izquierda de Carrió, todo confluye en un fuerza del orden en donde el discurso largo y verborrágico, el uso excesivo de los medios de comunicación, la ocupación de puestos en el poder legislativo y sobre todo en el judicial., es la razón de ser de esta fuerza. Se sumarían productores del campo, y algunas capas medias de poblados y ciudades pequeñas
Después tenemos una fuerza restauradora del orden anterior (liberal): cuyo eje es el PRO, aquí pueden confluir retazos del menemismo, la Asociación Empresaria Argentina, una parte de la Mesa de enlace y de representantes de la banca. Se inscriben segmentos sociales acomodados de la capital y enclaves privilegiados del gran Bs. As.
Por último una fuerza transformadora: Aquí el eje es el gobierno, el movimiento obrero de organización sindical, los movimientos sociales, movimientos juveniles del campo de la militancia barrial y del sistema educativo, productores del campo y la industria del campo nacional, agrupamientos de profesionales comprometidos con el desarrollo nacional, un sector de la UIA y segmentos sociales de todo el entramado social argentino.
¿Y el PJ Federal?, después de las fallidas internas de las internas, y más allá de los dirigentes del sector que no dejan de cometer todos los errores habidos y por haber, resta saber que sucederá con las bases que representan. Tienen dos caminos: o retomar el cauce natural del proceso de transformación, o podrán ser arrastrado por la contra-corriente al pasado inmediato.
 
27 de abril de 2011

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